Revisitando al Cañón de Barahona
En la ciudad de
Barahona, específicamente en la avenida Enriquillo, en el malecón y mirando al
mar, se encuentra emplazado un pesado cañón, el cual es tenido por los
barahoneros como “El Cañón Restaurador”, en razón de que se atribuye que fue
con él que se defendió la plaza y se disparó –haciendo daño- al buque Isabel La
Católica en febrero de 1864. Aunque se tiene a certeza que tal no es el cañón
utilizado en la defensa de la plaza (http://www.ecosdelsur.net/2014/08/opinion-mitos-y-fabulas-del-viejocanon.html#.W2GL5tJKjIU), muchos lo asumen, defienden como tal y escriben artículos
explicando los acontecimientos, tras la búsqueda de exaltar no solo el suceso,
sino a la propia pieza bélica, llamando a la preservación simbólica del
considerado protagonista de aquel encuentro (http://www.noticiariobarahona.com/2012/01/el-canon-de-barahona-su-historia.html). Se la ha dado tal importancia histórica a lo
acontecido y al cañón, que allí algunos realizan homenajes teniéndolode fondo y
motivo de celebración y exaltación patriótica http://www.ecosdelsur.net/2014/02/barahona-celebran-batalla-del-8-de.html#.W2GNi9JKjIU).
Incluso, se han
realizado documentales sobre los hechos que sitúan al objeto bélico como uno de
los más importantes de la región. Se ha llegado al punto de crear anécdotas
tendentes a situar a varios militares de incidencia como los principales héroes
de estas acciones, acudiendo al imaginario y a la tradición (http://www.noticiariobarahona.com/2010/06/el-canon-restaurador-ubicado-en-la.html).
El suceso
señalado ha sido mencionado por varios autores. José de la Gándara, mariscal
que dirigió la ofensiva española del suroeste entre el 1 y el 8 de febrero de
1864 es escuetoy solo señala que: “[…] al Isabel la Católica le causaron cuatro bajas”.
José A. Robert, sin embargo, aunque explica lo acontecido 89 años después, se
desborda en detalles e indica que aquel fue un “suceso digno de nota”
resaltando que los barahoneros contestaron el cañoneo de los buques españoles
El León y el Isabel La Católica y “[…] uno de cuyos disparos produjo la avería
a uno de los buques enemigos y causó asimismo la muerte de un oficial y heridas
a tres marineros”. Oscar López Reyes agrega: “Antes de su repliegue, los
patriotas cañonearon el vapor Isabel La Católica, que aguardaba en el muelle
local a las tropas de La Gándara. Este ataque, efectuado por el artillero
Nicolás Ramón causó 4 bajas a la escuadrilla del buque”. Asimismo, Wilson Gómez
y Virgilio Gautreaux han realizado interesantes ensayos sobre el tema,
siguiendo a los autores anteriores y, en el caso de este último, ha documentado
algunas particularidadessobre la pieza. La mayoría menciona el 8 de febrero de
1864 como la fecha del suceso.
Lo
acontecidoha sido objeto de exaltación colectiva desde hace casi un siglo.
Según Gautreaux: “Sin duda alguna que este cañón forma parte de la historia
infantil de numerosas generaciones de barahoner@s de los siglos XIX, XX y XXI.
Sin exageración alguna miles de compueblanos crecieron escuchando la epopeya en
torno a este cañón glorioso”. Es posible que el viejo cañón constituya la más
importante pieza, asumida como histórica, de las que posee la ciudad, sobre la
que se ha vertido varias horas de escritura y creatividad, tratando de
reivindicar el suceso y preservar el objeto como un símbolo de ese
enfrentamiento.
La exaltación de
la pieza bélica no tuviese razón sin las acciones en que se considera fue
utilizado, pues ella en sí misma no posee mayor importancia que la de un objeto
histórico. De allí que en realidad lo que se busca es resaltar aquellos eventos.
En el imaginario social, golpear el buque Isabel La Católica con una bala, uno
de los más importantes de la flota, y causar cuatro bajas a la marina peninsular,
constituye un acto apoteósico, que eleva a la más alta categoría y condición a
los artilleros barahoneros. Ese imaginario ha sido potencializado por los
escritores barahoneros, que una y otra vez abordan el tema y con su pluma van
cimentando aún más en la psiquis social aquel acontecimiento, agregándole cada
quien su carga de emotividad y heroísmo, construyéndose así todo un discurso
sobre estos los y el cañón mismo.
El enfrentamiento
adquiere dimensiones cuando se contextualiza en el marco de los encuentros que
se sucedieron en esos días, principalmente el del 8 de febrero, lo que incluye
la quema de Barahona el día 7;por igual cuando se comparan las condiciones de
ambos bandos, como los soldados, pertrechos, armamentos y las situaciones
generales de la guerra, resaltando, naturalmente, las desventajas de los
dominicanos. Se trata así de crear un escenario de indefensión, dirigido a elaborar
una atmósfera de heroicidad y entrega de los defensores barahoneros, posiciones
a los que acude el escritor cuando en sí mismo es insustentable el hecho que
explica y trata de resaltar lo local como un elemento sustanciador. Aquí
debemos destacar lo dicho por Roberto Marte: “La importancia que atribuimos al
hecho… no depende del hecho mismo, sino de sus relaciones con otros hechos
[…]”, los que le dan el sustento necesario para su asimilación por el público, culminando
con otorgarle una magnitud que realmente no posee. Al final, realzarlo
acontecido y atribuirtal proeza a sus actores,está dirigido exclusivamente a
henchir el fervor patriótico de los barahoneros, lo que se apuntala con la
relación social del habitante de hoy a su lar nativo y a aquellos habitantes de
1864, al considerarlos “compueblanos”.
De la lectura de
lo escrito sobre los sucesos en que el supuesto cañón fue el protagonista,
podemos concluir que en realidad el hecho no ha tenido mucha carga reflexiva,
sino más bien que las tradiciones se han aceptado sin ambages, proyectándose en
el tiempo y generación tras generación sin la preocupación de su hermenéutica.
Es posible que un simple cuestionamiento nos lleve a considerar que lo acontecido
en realidadno tuvo la importancia bélica para la causa restauradora que se le atribuye
y que, pues, todo queda en la apoteosis, pero es preferible acudir a los
documentos. De hecho, los escritos depositados en archivos relativos a estos
eventos, demuestran que el suceso no ocurrió como se ha explicado y
transmitido, ni siquiera lo más elemental, como la fecha atribuida (8 de
febrero) es correcta.
Según Antonio
Durán en su informe fechado el 8 de febrero de 1864 sobre los eventos, la
madrugada del día 5 de este último mes partió de Azua con 202 hombres a bordo
del buque Isabel La Católica, rumbo a Barahona –acompañado de El León- llegando
al lugar a las 8 de la mañana del mismo día. Este inmediatamente penetró por el
canal que daba al puerto y rompió el fuego sobre el pueblo, el que le fue
contestado con un cañón de 24 libras. Sobre estos ataques expresó: “Continuó el
fuego el enemigo con certeros disparos cruzando el buque sus municiones y
logrando entrase a bordo una bala de a 24 q. afortunadamente a pesar de la
aglomeración de tropas de transporte en la banda de babor no causó más daño que
herir al cabo de mar Antonio Pech, en un dedo que inmediatamente le fue
amputado y otros tres leves heridos de astilleros”. Al día siguiente permanecieron
bombardeando al pueblo, posesionándose de El Curro y de Punta Palmas. Como
puede observarse, el cañoneo al buque Isabel La Católica fue en realidad de
poco impacto, este solo causó heridas en un dedo a un cabo y otros
miliaresfueron afectados por las astillas de la maderadel propio barco que
volaron con el impacto de la bala. Nada cambió en las acciones bélicas
españolas ni evitó que continuara el cañoneo en los días siguientes, solo
detenido por el temor de afectar a sus propias tropas. Asimismo, es plausible
resaltar que contrario a la alongada tradición que situaba el hecho el día 8 de
febrero, en medio de un desembarco y la retirada de las tropas restauradoras,
este ocurrió la mañana del día 5, cuando las tropas españolas recorrían el
camino rumbo a Neiba. Por igual, esta defensiva no fue dirigida por Ángel
Féliz, a quien se le atribuye, pues ese día el General Féliz se encontraba al
frente de las hostilidades contra los españoles en lospueblos de Cambronal yNeiba.
A partir de las
documentaciones analizadas, es notoria la carga anecdótica y tradicional del
hecho dado por los escritores barahoneros,suceso que es tenido como trascendental en la memoria colectiva
popular de sus habitantes. Esta fijación, como señalamos, no es obra del hecho
mismo, sino de la ascendencia y posición de quienes se han encargado de
explicarlo, los que eligen cada acontecimiento según su propia tendencia, apego
y objetivos. Es así que en esos mismos días, en las cercanías de Barahona
ocurrieron otras acciones bélicas aún más significativas, sobre las cuales se
ha escrito muy poco, relegadas a un segundo plano.
Según el parte
de Guerra de José de la Gándara, del 9 de febrero de 1864, la tarde del día 7,después
de cruzar el pueblo de Cachón, en las cercanías de un Palmar, doscientos
hombres le esperaban, los cuales abrieron fuego con fusilería y les hicieron
dos o tres disparos de metralla con un cañón inglés, que terminaron con la vida
del teniente del batallón Isabel II Ignacio Martínez y la de un voluntario, así
como 9 voluntarios más, los que estaban gravemente heridos. Con su carga de
bajas a cuestas,las tropas españolas amanecieron en la sabana de pescadería. El
día 8 en la mañana partieron hacia Barahona y en la entrada de este pueblo,
entre la espesura les esperaban los restauradores. Allí se produjo un vivo
fuego seguido de un fuerte ataque que culminó con la muerte del oficial de
artillería marques de la Concordia y 6 soldados de las tropas gravemente
heridos. Fueron esos dos encuentros de los más mortíferos para la columna
peninsular en todo el recorrido (desde Azúa-Neiba-Barahona), denominado por la
Gándara como “[…] terrible porque el frente del combate permitió al enemigo
desarrollar mayores fuerzas […]”. La muerte de este último oficial causó pesar
en la Gándara, pues este “[…] había representado con honra al ejército español
en las campañas del Danubio y de Crimea […]”. En estos dos combates los
españoles fueron duramente golpeados, pues sufrieron 18 bajas: tres muertos y
15 heridos muy graves, dentro de los fallecidos oficiales experimentados que
tenían vasta experiencia en las guerras que había desarrollado España.
En comparación
con los encuentros bélicos de Caballero y la entrada de Barahona, el cañoneo al
Isabel La Católica fue irrelevante e insignificante. Sicomparamos las causas de
las bajas, en realidad los heridos en este último buque fueron por astillas y
el más grave fue en un dedo por el efecto directo de la bala. Mientras que en
aquellos caminos las pérdidas fueron importantes, por metralla y balas, máxime
cuando se trató de los dos oficiales, ambos resaltados por la Gándara. Sin
embargo, la significación histórica de estos hechos ha quedado reducida, al
punto que solo son conocidas por muy pocos, y en lo absoluto reivindicadas.
Allí no hay héroes, no hay días de recordación, no existe un monumento, un
recuerdo de tan trascendentales momentos ni ha trascendido sus nombres y no se
mencionan sus actos.
La historia de
Barahona debe ser revisitada, los hechos, lugares y monumentos revalorizados,
los hombres y mujeres reivindicados y abocarnos a una historiografía objetiva
que permita un conocimiento adecuado del pasado, sin mediatizaciones, sin
relegaciones, sin importantizaciones vanas, sin exaltaciones anecdóticas y con
una visión más holística de los hechos y los acontecimientos regionales.
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